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Lengua Hebrea antigua

Historia

El hebreo está relacionado con el arameo, el siríaco y lenguas actuales como el amhárico y el árabe (tanto clásico como moderno). Pertenece a la rama de lenguas semíticas de la familia afroasiática, anteriormente denominada camito-semítica. La lengua semítica más antigua es la acadia, que fue escrita en el sistema cuneiforme y cuyos registros más arcaicos proceden de tablillas de barro del 2400 a. C. Los dialectos del acadio fueron el asirio y el babilonio y como estas tres lenguas se hablaron en Mesoptamia se las engloba bajo el término semíticas orientales.

Las evidencias más antiguas de lenguas semíticas occidentales se han encontrado en la ciudad de Ebla, en unas tablillas bilingües escritas en sumerio y eblaíta. La ciudad de Ebla era la capital de un Estado semita en lo que hoy es Siria septentrional. Entre esas tablillas aparecen nombres de personas y lugares mencionados en el libro del Génesis, lo cual es de particular interés ya que al ser el hebreo una lengua semítica, el estudio de los textos de Ebla puede arrojar mucha luz sobre palabras y frases hebreas arcaicas.

La serie más completa de textos pre-hebreos procede de la antigua ciudad cananea de Ugarit, localizada en un complejo de colinas al sur del Líbano. En esos textos, fechados entre 1800 y 1200 a. C., encontramos mucha información sobre la religión, poesía y comercio de los pueblos cananeos y también muchas palabras y frases que son casi idénticas a las palabras encontradas en la Biblia hebrea. El dialecto de Ugarit esclarece el desarrollo del antiguo hebreo, o paleo-hebreo, pues la estructura del ugarítico se refleja en muchos pasajes del Antiguo Testamento, como el canto de Débora en el capítulo 5 de Jueces. Los escribas de Ugarit escribieron en un cuneiforme que es alfabético, lo que preparó el camino para el uso simplificado del sistema fenicio de escritura.

Otra fuente de palabras y frases semíticas occidentales son las tablillas de Tell-el Amarna, una ciudad de Egipto a la que llegaba la correspondencia que los gobernadores de las colonias egipcias escribían a Faraón. Algunas de esas tablillas estaban escritas en babilonio pero cuando el escriba no conocía la palabra babilónica la sustituía por una glosa cananea, con lo cual conocemos la pronunciación y las palabras que fueron usadas en Canaán durante el tiempo en el que el paleo-hebreo emergía como lengua diferenciada.

Probablemente el hebreo hizo su aparición durante el periodo patriarcal, dos mil años a. C., siendo puesta por escrito hacia el 1250 a. C. y teniendo las inscripciones más antiguas que nos han llegado una edad de tres mil años. Esas primeras inscripciones fueron grabadas sobre piedra, aunque los rollos hebreos más antiguos conocidos son los hallados en Qumrán cerca del Mar Muerto.

El hebreo antiguo fue la lengua de las tribus de Israel que al principio del primer milenio a. C. formaron un reino unido en la tierra conocida como Canaán. Tras los reinados de David y de su hijo Salomón, el reino se dividió en el reino septentrional de Israel y el reino meridional de Judá, siendo este último el que permaneció fiel a al dinastía davídica en Jerusalén y el primero gobernado por diversas dinastías hasta su destrucción por los asirios en el 730 a. C.

Los babilonios conquistaron Judá en el 587 a. C., deportando al pueblo y destruyendo el templo que Salomón había mandado construir en Jerusalén. Los persas, quienes hicieron de Judá una provincia de su Imperio, permitieron a los judíos exiliados regresar y reconstruir el templo. Con el advenimiento del período helenístico surge un Estado independiente en Judea bajo la dinastía asmonea, independencia que llegará a su fin con los romanos, quienes establecen a Herodes como rey títere. Dos revueltas contra el dominio romano acabaron en tragedia: la primera con la destrucción del segundo Templo en el 70 d. C. y la segunda, dirigida por Bar Kochbá en 132-135 d. C., dejó a Judea sin habitantes judíos bien por muerte o por deportación a Galilea, al norte.

Los dos grandes cuerpos de literatura en hebreo antiguo, compuestos durante el período en que era lengua viva, son la literatura bíblica y la tanaítica (rabínica temprana), incluyendo el código judío conocido como la Mishná y comentarios legales al Pentateuco, tales como el Mekhilta, el Sifra y el Sifre.

Los manuscritos más antiguos de estas obras son del siglo I a. C. Entre los manuscritos del Mar Muerto hay también versiones hebreas de libros apócrifos, tales como el de los Jubileos (conocido anteriormente por traducciones al griego, etiópico, etc.) y obras escritas por los integrantes de la comunidad de Qumrán. Hay cientos de inscripciones escritas por nativo hablantes con fechas que oscilan desde el 1200 a. C. hasta el 132-135 d. C. (cartas de Bar Kochbá). 

La lengua hebrea medieval es una de las lenguas más olvidadas, aunque afortunadamente se ha recuperado el estudio de la misma, sobre todo gracias a las investigaciones sobre la literatura de la España judía.

Una de las características ligadas a la dispersión del pueblo judío por diversas partes del mundo ha sido la asimilación de las lenguas locales pero dotándolas de unas peculiaridades propias. De esta forma es como surgieron el judeo-árabe, el judeo-español y el yiddish, entre otros. Entre estas lenguas hay una serie de componentes comunes como son la incorporación de elementos hebreos y arameos, no restringidos al vocabulario de la esfera cultural sino a todo el léxico, así como a la fonología, morfología y sintaxis. La característica más obvia de estas lenguas es el uso de los caracteres hebreos para ponerlas por escrito.

Las lenguas judaicas, en este sentido, son numerosas y la lista es un reflejo de la historia y de la geografía judía. Ya antes del comienzo de la era cristiana comienzan a desarrollarse formas judaicas de arameo y antes de la destrucción del segundo templo (70 d.C.) los judíos helenistas comienzan a emplear el griego koiné que deriva en el javánico (Javán en el Antiguo Testamento designa a Grecia) y que siglos después será conocido como judeo-griego en los Balcanes. Después del siglo VII, cuando el Islam comienza a esparcirse por Oriente Medio y el norte de África, se desarrolla el judeo-árabe que es hablado con variantes por los judíos desde España hasta Irak. En el norte de África surge un judeo-bereber y en Irán un judeo-persa. En el otro extremo del mundo el latín produce seis diferentes lenguas judaicas: el judeo-italiano (italkiano) en Italia; el judeo-provenzal (shuadit) en el sur de Francia y el judeo-francés (zarphatic) más al norte; el judeo-catalán en la parte oriental de España y el judeo-portugués en la parte occidental de la Península Ibérica; finalmente el judeo-español (ladino, jidyó, judezmo) entre los dos anteriores.

El judeo-italiano o italkiano se habla en zonas urbanas de Roma y en el norte y centro de Italia; también en la isla de Corfú, en Grecia, donde es denominado italkiano corfiote. Parece ser que hay algunos hablantes en Roma, pero muy pocos en Italia son fluidos en la lengua. En Corfú cuenta con menos de 50 hablantes. Está seriamente amenazada.

Tras la expulsión de los judíos de España en 1492 el judeo-español se esparce hacia el este, por los Balcanes, Turquía y Palestina, y al sur por el norte de África. El yiddish se originó en el siglo X entre los judíos de Europa central, difundiéndose hacia el este y, siglos después, a las Américas, Sudáfrica, Australia y Palestina. Antes del Holocausto las tres cuartas partes del mundo judío hablaba yiddish. Más al este los judíos kurdos usaron el judeo-neoarameo, judeo-árabe y kurdo mezclado con elementos hebreos, turcos y árabes. En Asia central usaron el judeo-tayiko y en el Cáucaso emplearon el judeo-tat en Daguestán (de la familia irania) y el judeo-georgiano en Georgia. El judeo-crimchak (de la familia túrcica) se usa por los judíos de Crimea, tanto rabbanitas como caraítas.

La historia literaria de la lengua hebrea podríamos resumirla así:

  • Biblia, cuyo material más antiguo procede del 1500 a. C. y el posterior del 400 a. C. En este periodo se incluye el exilio babilónico y el dominio persa.

  • Rollos del Mar Muerto y material relacionado, que consiste en escritos esenios del tiempo de los Macabeos. También son dignos de mención los escritos de Flavio Josefo (siglo I d. C.).

  • La literatura rabínica de los primeros siglos de la era cristiana. Para ese entonces el hebreo ya no era lengua hablada y mucha de la literatura, como el Talmud o los Tárgumes, están en arameo y basados en la tradición oral. La Mishnah es la colección de tratados sobre la ley judía del primer siglo d. C.

  • Periodo medieval, con la figura de Moisés Maimónides (1135-1204) cuya principal obra en hebreo es la Mishne Torah o Guía de Perplejos.

Datos

 

Dialectos

La lengua de la Biblia hebrea no es monolítica: hay suficientes variantes para justificar la distinción entre un hebreo bíblico normativo (500 a. C.) y un hebreo bíblico posterior (después de 500 a. C.) y ambos del dialecto poético arcaico.

El hebreo mísnico normalmente concebido como una jerga escolástica artificial es hoy conceptuado como una lengua coloquial hablada hasta el 200 d. C. y que descendió de otra lengua coloquial hablada en el período bíblico.

Escritura

El sistema de escritura empleado para escribir la lengua hebrea fue un alfabeto derivado del fenicio, al que no hay que confundir con la escritura cuadrada posterior que es la que terminaría por imponerse. En esta página denominamos siempre al alfabeto cuadrado posterior, judaico, mientras que al alfabeto original lo denominamos simplemente hebreo.

El sistema de escritura hebreo cambió durante el curso de la historia; desde el año 1000 a. C. al 200 a. C. se usó el sistema procedente del estilo fenicio y es el que se utiliza para copiar el texto bíblico en los Rollos del Mar Muerto. Pero después de que los judíos volvieran del exilio en Babilonia comenzaron a usar la escritura cuadrada de la lengua aramea, que era la lengua oficial del Imperio Persa. Los escribas judíos adoptaron la escritura aramea como una forma más precisa de escribir, de manera que cuando Jesús menciona la jota y tilde de la ley de Moisés se refiere a los manuscritos en escritura cuadrada.

Inscripción de Siloé

  1. ...cuando se excavó el túnel. Y este fue el modo con que se perforó: Mientras... había todavía... los picos, 

  2. cada hombre hacia su compañero, y mientras todavía quedaban tres codos por horadar, se oyó la voz de un hombre que llamaba a 

  3. su compañero, pues había resonancia en la roca proveniente del norte y del sur. Cuando 

  4. se excavó el túnel, los picapedreros excavaron la roca, cada uno en dirección a su compañero, pico contra pico; 

  5. y las aguas fluyeron desde la fuente hasta el estanque a lo largo de 1.200 codos; 

  6. y la altura de la roca, por encima de las cabezas de los picapedreros, era de 100 codos.

Tras la caída de Jerusalén por el ejército romano mandado por el general Tito, los eruditos judíos se dispersaron por el mundo antiguo y el conocimiento del hebreo comenzó a declinar; por eso desde el año 200 al 900 d. C. grupos de estudiosos diseñaron un sistema de marcar las vocales para ayudar a los lectores judíos que ya no hablan hebreo. A estos estudiosos que realizaron ese trabajo se les denominó masoretas y a su tarea masora. El texto masorético que produjeron representa las consonantes tal como fueron preservadas hacia el año 100 a. C., pero las vocales reflejan el entendimiento de la lengua hebrea hacia el 300 d. C. El texto masorético dominó los estudios del Antiguo Testamento en la Edad Media y es la base de todas las versiones impresas de la Biblia hebrea.

La primera edición impresa completa de la Biblia hebrea fue prepara por Félix Pratensis y publicada por Daniel Bomberg en Venecia en 1516. Otra edición más extensa de la Biblia hebrea fue editada por el erudito judeo-cristiano Jacob ben Jayyim en 1524.

Gramática

Como la lengua hebrea es una lengua semítica su estructura es muy diferente a la de las lenguas indoeuropeas. Muchas de las palabras hebreas están construidas sobre una raíz triliteral, derivándose de la misma el nombre, el verbo, el adjetivo y el adverbio. Por ejemplo, de la raíz hebrea ktb deriva el nombre ketab que significa libro, el verbo katab que significa escribir y el adjetivo ketobeth, que significa tatuaje. Cada una de esas palabras tiene el juego básico de las tres consonantes.

Las palabras hebreas consisten de tres consonantes (salvo excepciones) y tres vocales, dos internas y una final, si bien la final a veces no se pronuncia. Por lo tanto podríamos sintetizar la morfología de las palabras hebreas así: CvCvCv.

El orden de la frase es verbo, complemento y sujeto cuando se trata de una sentencia verbal, pero cuando es nominal el orden es sujeto, verbo y objeto.

La vocalización del hebreo ha tenido varias tradiciones, de las cuales las más importantes fueron la babilónica y la tiberiense, siendo esta última la que terminaría por imponerse.

El hebreo antiguo tuvo préstamos del acadio, egipcio, babilonio y persa, tal y como podemos encontrar en los libros del Génesis, de los profetas y de Daniel. Por ejemplo la palabra hebrea Shinar es un préstamo del sumerio-acadio Sumer y Nimrod es un préstamo del acadio Sharrukin.

Los pronombres personales son los siguientes:

 

Singular

 

Plural

 

 

Independiente

Enclítico

Independiente

Enclítico

1

'ani/'anoki

-i

'anajnu

-enu

2

masculino 'attah

femenino 'att

-ja

-ej

'attem

'atten

'jem

-jen

3

masculino hu'

femenino hi'

-o

-ah

hem/hemmah

hennah

-am

-an

Los pronombres demostrativos son en masculino zeh, en femenino zot, plural 'elleh, 'esto, estos'; masculino hu', plural hem; femenino hi', plural hen(nah) 'eso, esos'. El pronombre interrogativo es mi '¿quién?', mah '¿qué?'. Ha inicia una frase interrogativa. El pronombre relativo es ašer.