Los mercaderes asirios que entraron en Anatolia hacia el siglo XIX a. C.
nos dejaron cantidades ingentes de registros en cuneiforme donde se recogían
nombres y lugares indoeuropeos, pero también otros que procedían de pueblos
no indoeuropeos. La existencia de esos pueblos no indoeuropeos está bien establecida
porque los archivos hititas contienen textos, traducciones y préstamos
frecuentes de una lengua llamada háttica. Los hatti fueron el sustrato original
de Anatolia central sobre el cual los hablantes hititas y palaicos se
impusieron.
Los hititas no sólo tomaron prestados de los hatti muchas palabras, sino
también mucho de su cultura y religión; el mismo nombre hitita deriva del
háttico, pues los hititas se denominaban a sí mismos nes y a su lengua
nesili. Lingüísticamente el háttico no es lengua
indoeuropea y no tiene relación estrecha cierta, aunque pudiera tener algunas
características (ausencia
de género gramatical, uso de prefijos) que la conectan con el grupo noroccidental
de lenguas caucásicas (abjazo) o tal vez con la familia
kartvelia.
Es imposible calcular el lapso de tiempo que los
hátticos estuvieron presentes en Anatolia antes de la llegada de los
indoeuropeos, pero parece que durante el tiempo del Imperio nuevo hitita
(1400-c-1190 a. C.) el háttico era ya una lengua muerta.
Todo el material háttico preservado por los
escribas hititas pertenece a la esfera religiosa: rituales,
encantamientos, antífonas, letanías y mitos. Entre las interpolaciones
hátticas en textos hititas hay algunas a las que se añadido la
traducción hitita.
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