Los tapieté se autodenominan guaraní, ñanaiga o
avá, y se refieren a su lengua como
guaraní-eté o ñanaika (comúnmente conocido como guayurangüe).
Hacia 1970 había 513 personas en Paraguay de esta etnia de las cuales sólo 33 hablaban
la lengua. Con ese porcentaje de hablantes, todos mayores de 50 años,
la lengua está claramente en vísperas de extinción. Esto se debe a que el tapieté y el guaraní, miembros ambos de la
familia lingüística
tupi-guaraní, son mutuamente inteligibles y a lo fácil que les ha resultado, por consiguiente, a los tapieté abandonar su lengua tribal por el
guaraní paraguayo.
Los tapieté de Santa Teresita son agricultores. Algunas personas de edad avanzada hablan el tapieté entre ellas pero también sus conocimientos del guaraní paraguayo son bastante buenos. En cambio, los adultos de menor edad entienden a veces un poco de tapieté pero hablan el guaraní como primera lengua. Los niños son monolingües en guaraní hasta que empiezan su educación escolar en
castellano. Por otra parte, en Santa Teresita los tapieté
son casi todos bilingües en guaraní y castellano; lo mismo ocurre en el caso de las mujeres, cuyo bilingüismo en estas lenguas alcanza al 80por
ciento. Este hecho se explica, sin duda, por el énfasis que ponen en la enseñanza del castellano los misioneros y por el contacto que algunos tapieté han tenido con los oficiales de la vecina base militar de Mariscal
Estigarribia.
En Matarife y Cauce 5, los tapieté trabajan como jornaleros temporales en las estancias
cercanas. Al igual que en Santa Teresita, hay ancianos que hablan todavía su lengua entre ellos, pero que al mismo tiempo pueden valerse correctamente del guaraní. Los adultos de menor edad hablan el guaraní
como primera lengua y saben también algo de tapieté, mientras que los niños son monolingües en guaraní.
La colonia 1 de la Colonia Fernheim es un campamento provisional; en las colonias
3, 5 y 11, los tapieté han recibido en cambio parcelas de tierra para establecerse permanentemente. Muchos de los tapieté de la colonia 5 trabajan en una fábrica de ladrillos del lugar, mientras que los demás se emplean como jornaleros agrícolas en las, fincas menonitas vecinas. Hay en estos lugares algunos ancianos que recuerdan todavía su lengua, pero que hablan también el guaraní paraguayo. Los demás miembros de estas colonias consideran el guaraní su primera lengua y los adultos han aprendido un poco de castellano gracias a los contactos con sus empleadores
menonitas. Según el censo de 1992 la inmensa mayoría del grupo étnico habla una variante del guaraní paraguayo, quedando unos 100 hablantes sobre una totalidad de 1.800 miembros del grupo. La lengua está seriamente amenazada.
La lengua tapiete (tapieté) se habla en el departamento boliviano de Tarija,
provincia de Gran Chaco, municipalidad de Villa Montes, en las comunidades
Samaihuate y Cutaiqui, en la orilla izquierda del río Pilcomayo. Hay unos 70
hablantes de un grupo étnico de 80 personas. La mayoría de los ancianos y
mujeres son monolingües. Debido al reducido número del grupo étnico los hombres
tapiete están obligados a casarse con mujeres weenhayek y por lo tanto los hijos
son trilingües en tapiete-weenhayek-español. A pesar de su viabilidad la lengua
está seriamente amenazada a causa del pequeño número de hablantes y el
continuado nivel de matrimonios con el grupo weenhayek. La lengua tapieté
(ñandevá) se habla en la provincia argentina de Salta, Misión tapieté cerca de
Tartagal; en el distrito de San Martín, en Curbita cerca del río Pilcomayo. Se
asume que descienden de un grupo chaco que fue asimilado por los chiriguano en
última instancia. En 1995 el grupo étnico consistía de 384 miembros, hablando
actualmente solo los mayores de veinte años la lengua diariamente, lo cual
significa que no hay relevo generacional. La lengua está amenazada.
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