La primera tribu germánica en emigrar de las islas danesas y el sur de
Suecia fueron los godos, quienes probablemente partieron de la zona germánica
común hacia el 100 a. C. Tras cruzar el Báltico se unieron a los rugianos,
vándalos y burgundios, constituyendo la rama oriental de las lenguas
germánicas, de la cual tenemos constancia por la traducción bíblica hecha por
Ulfilas hacia el 350 d. C.
Los manuscritos que nos han llegado a nosotros de dicha
traducción no son
contemporáneos de Ulfilas sino proceden de Italia hacia el 500 d. C. Los
códices más importantes son el Codex Argenteus en la Universidad de Uppsala
(compuesto de 330 hojas, de las cuales se conservan 187, de los cuatro
evangelios), el Codex Carolinus, en la Biblioteca de Wolfenbüttel (cuatro hojas
de 42 versos de la carta a los Romanos), el Codice Ambrosiani (185 hojas
conteniendo pociones de las epístolas, un pequeño fragmento de un calendario
gótico, San Mateo, Nehemías y un comentario a San Juan), el Codex Turinensis en
Turín (4 hojas dañadas conteniendo fragmentos de las epístolas) y el Codex
Gissensis, descubierto en Egipto cerca de Antinoë (una doble hoja de papiro
conteniendo fragmentos de Lucas en latín y gótico).
Debido a las emigraciones tempranas de los godos, su lengua se
desarrolló
diferentemente en el oeste y en el norte, y como consecuencia de la emigración
subsiguiente a Italia, Francia y España, los godos gradualmente fueron
absorbidos por otras tribus y naciones, dejando poco más que la Biblia de
Ulfilas como evidencia de la variedad oriental de germano.
Hacia el siglo XVI la lengua gótica se extingue
definitivamente, desapareciendo así el último vestigio de lengua germánica
oriental.
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