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Lenguas Prácritas

Historia

Las lenguas prácritas proceden del sánscrito védico y tienen su florecimiento entre los siglos IV a. C. y III d. C. Sin embargo, estas lenguas no provienen directamente del dialecto que fue la base del védico, sino de una tradición paralela, los llamados védicos-prácritos, siendo la más importante de las antiguas lenguas prácritas el pāli (norma, canon), que es la lengua de la fe budista.

La palabra prácrito proviene del sánscrito prakrta y tiene dos significados: 'perteneciente a la forma original' y de ahí 'natural' o 'vulgar'. A diferencia del sánscrito, reservado como vehículo del hinduismo brahmánico, el prácrito fue el medio por el que creencias heterodoxas como el jainismo o el budismo se difundieron, la primera creencia en la lengua prácrita maharastri y la segunda en pali, como se ha dicho antes.

Las inscripciones de Asoka (272-231 a. C.), escritas en silabario brahmi, están todas en una lengua muy similar al pali, pues Asoka fue el Emperador que difundió el budismo por la India. Asoka promulgó en su capital, Pataliputra, sus edictos que fueron traducidos a varias lenguas prácritas y difundidos por medio de pilares por todo su reino.

Las principales formas de las lenguas prácritas son:

  • Prácrito antiguo: la lengua de las inscripciones de Asoka.

  • Pali: la lengua del canon budista.

  • Maharastri: usado en dramas sánscritos; antecesor del actual marathi.

  • Sauraseni: el más cercano al sánscrito clásico.

  • Magadhi: un prácrito oriental; usado por las clases bajas en los dramas.

  • Ardhamagadhi: la lengua de los antiguos sutras jainistas.

  • Jai-Sauraseni: la lengua del canon Digambara (los Digambaras son los jainistas que no usan ropa, mientras que los Svetamabaras visten ropas blancas).

  • Jain-Maharastri: la lengua de los libros no canónicos de la Svetambara.

  • Apabhramsa: la última etapa del prácrito, caracterizado por un incremento del elemento indo-ario no sánscrito.

También hay que mencionar el sánscrito híbrido budista, que es un tipo de prácrito fuertemente sanscritizado y que nos es conocido por manuscritos que proceden de Asia central de los siglos III al V d. C. El paisaci, una forma de prácrito misteriosa, es tenida en su momento como lengua de los demonios.

De todo lo anterior se sigue que el prácrito escrito jugó un considerable papel en tres importantes campos:

  • Religión: mientras que el sánscrito preservó el hinduismo brahmánico, el prácrito hizo lo propio con las tradiciones heterodoxas, como el budismo y el jainismo. La primera en pali y la segunda en maharastri y otras formas (Mahavira, el fundador del jainismo, se dice que predicó en ardhamagadhi).

  • Políticas y asuntos de Estado: los Edictos de Asoka (siglo III a. C.) promulgados en su capital de Pataliputra fueron traducidos a varias lenguas prácritas y puestos en pilares por todo su reino.

  • Literatura: los prácritos tuvieron un papel socio-lingüístico muy importante en los dramas sánscritos (siglo II d. C. en adelante). Mientras que los dioses, héroes y reyes se expresan en sánscrito literario, los personajes menos exaltados usan formas de prácrito; por ejemplo, las mujeres hablan en sauraseni pero cantan en maharastri. En el fondo de la escala social están los que hablan magadhi. Es algo parecido al uso del bajo alemán por los criados en las óperas de Hamburgo del siglo XVIII.

Muchas de las actuales lenguas neo-indoarias de la India proceden de las lenguas prácritas.

El prácrito fue una lengua viva hasta el siglo XII, aunque dos siglos antes comenzó a ser absorbido por el hindú medio del que surgieron las lenguas vernáculas actuales. Es difícil precisar el número exacto de lenguas que hoy tienen ese origen. Unas 35 son las que tienen una mayor difusión, concretamente el hindi, urdu, bengalí, gujarati, punyabí, marathi, bihari, oriya y rajastaní, cada una de las cuales cuenta con más de diez millones de hablantes.

Algunos eruditos restringen las lenguas prácritas a las usadas por los escritores hindúes y jainistas, pero otros incluyen las lenguas budistas, como el pali y el sánscrito híbrido budista. 

Datos

Las actuales lenguas neo-indoarias, descendientes de las lenguas prácritas, suman un colectivo de más de cuatrocientos millones de hablantes.

Dialectos

Escritura

Si exceptuamos la escritura del Valle del Indo, que permanece sin descifrar, la historia de la escritura en la India se remonta a dos sistemas: brāhmī y jaroshti. Los registros más antiguos en estas escrituras están en las inscripciones talladas en roca y en pilares mandadas hacer por el emperador Aśoka de la dinastía Maurya hacia mediados del siglo III a.C. Hay algunas inscripciones menores en brāhmī que pueden ser contemporáneas o incluso más antiguas que las de Aśoka, pero no están fechadas. El jaroshti tal vez fue anterior al brāhmī, habiéndose desarrollado en la India nordoccidental hacia el siglo IV o el V a.C.

La escritura brāhmī se escribe de izquierda a derecha, si bien se han encontrado varios ejemplos de derecha a izquierda. En su forma más antigua tiene una apariencia monumental angular, simétrica y horizontal. Desde los primeros testimonios el brāhmī se usó en todas las partes de la India salvo en las regiones nordoccidentales, donde prevaleció el jaroshti. En el periodo más antiguo el brāhmī era más o menos uniforme por toda Asia meridional, pero a lo largo del tiempo evolucionó en variantes regionales que gradualmente se convirtieron en escrituras separadas. Las variedades regionales más antiguas son las del sur de la India, incluyendo el brāhmī usado en las inscripciones tamiles arcaicas, en las que se aprecia un sistema diferente de notación vocálica, influenciado probablemente por la estructura fonética de las lenguas dravídicas.

Hacia el siglo III d.C. hay varias subvariantes regionales, evolución que continuó hasta el año 1000 aproximadamente, cuando varias escrituras se han establecido como sistemas independientes con un antecesor común que ya no es identificable a primera vista por un observador casual. La característica peculiar de los sistemas índicos es la marca superior en sus numerosas variedades que consiste en la continua línea superior del devanāgarī, el 'paraguas' semi-circular del oriya y la raya del kannada.

El brāhmī se difundió por otras partes de Asia en el primer milenio d.C. y es el origen de todos los sistemas de escritura nativos de Asia meridional y del Sudeste Asiático (birmano, thai, lao, jmer, etc.), del tibetano y de otros de Asia central que ya no se usan. Eso hace del brāhmī uno de los sistemas de escritura precursores más importantes del mundo, rivalizando con el arameo o el árabe en el número y variedad de sus derivados.

Una división a grandes rasgos se puede establecer entre los estilos septentrionales y meridionales, que a su vez se pueden dividir en subvariantes occidentales y orientales en el norte y peninsulares y Deccan en el sur. El estilo septentrional dominante, conocido como siddhamatrka, es la fuente del actual devanāgarī, así como del bengalí y oriya en el este, y del tibetano. En el sur los derivados del brāhmī en Deccan son la base del kannada y del telugu, mientras que más al sur surgieron el tamil y el malayalam. Otras ramas de la familia incluyen las escrituras de la región occidental del Himalaya, de las que el gurmuji es el principal exponente actual. La escritura sarada de Cachemira también es de este grupo, aunque actualmente está prácticamente muerta. La escritura sinhala fue importada del norte de la India pero influida en varias etapas de su desarrollo por escrituras peninsulares índicas meridionales. Además de los grandes sistemas de escritura se conocen innumerables variedades locales en todos los periodos de la Historia, algunos de los cuales todavía se usan en Asia meridional. La escritura gujarati es un ejemplo de variedad local basada en la devanāgarī.

Hay una considerable confusión e inconsistencia en cuanto a los nombres de las escrituras de la India, principalmente porque las tradiciones nativas no proveen gran información sobre la cuestión; ni siquiera los términos brāhmī y jaroshti aparecen, salvo en raras referencias budistas y jainistas.

El jaroshti, en contraste con el brāhmī, fue un sistema regional y murió sin dejar descendientes. En Asia meridional estuvo restringido a las regiones que actualmente se corresponden con Pakistán nororiental y el este de Afganistán, si bien se han encontrado ejemplos en áreas adyacentes de la India. A diferencia del brāhmī se escribió siempre de derecha a izquierda y en lugar de tener una apariencia monumental tenía una cursiva. Se halla bien atestiguado desde le período de Aśoka hasta el siglo III d.C. cuando comienza a ser desplazado por las variantes del brāhmī, mientras tanto se esparció, junto con el brāhmī, por Asia interior, donde su presencia es notoria en los siglos II y III en las ciudades oasis alrededor de la cuenca del Tarim, actual Región Autónoma Xinjiang-Uighur en China), y en Uzbekistán y regiones limítrofes de Asia interior occidental. Algunos documentos del siglo VII, aunque pobremente entendidos, de los oasis septentrionales de la Ruta de la Seda parecen ser variantes locales del jaroshti, pero aparte de esto murió sin dejar ningún descendiente. En contraste con el brāhmī no experimentó cambios radicales en su forma durante los cincos siglos que estuvo en uso.

Todos los documentos en brāhmī y jaroshti están escritos en dialectos prácritos, estando unidas estas escrituras a las lenguas de las que fueron vehículos. El jaroshti está ligado específicamente al dialecto indo-ario medio conocido generalmente como gāndhāri.

Las formas más antiguas de brāhmī y jaroshti aparecen en material epigráfico, principalmente inscripciones sobre piedra, cobre y otros materiales. Aunque fueron usados para otros propósitos, la dureza del clima no permitió que muchos documentos sobrevivieran en Asia meridional, aunque hay ejemplos no epigráficos sobre madera, hoja de palma y corteza de abedul. Los documentos supervivientes son casi todos de naturaleza religiosa, budistas en el caso del jaroshti y budistas, brahmánicos y jainistas en el del brāhmī.

Las escrituras índicas, especialmente las formas más tardías del brāhmī en el siglo IV d.C., desarrollaron diversas variantes caligráficas notables, algunas de las cuales son tan divergentes que son muy difíciles de leer. Notable entre las mismas es el 'brāhmī ornamental' y la 'escritura concha' o śankhalipi.

El origen del brāhmī es controversial, dividiéndose las teorías en dos campos principalmente: los que lo ven como un derivado de un prototipo semítico, ya sea fenicio o arameo, y los que lo contemplan como una escritura de invención nativa, asociada con la del Valle del Indo. La primera es la que se acepta en Occidente mientras que la segunda se defiende en Asia meridional, si bien la primera tiene más consistencia al estar sostenida por los datos disponibles. Las formas de brāhmī arcaico comparadas con las letras fenicias y arameas sugieren una conexión, pero sólo la mitad de los caracteres pueden ser asociados más o menos con las letras semíticas. Ciertos atributos del brāhmī arcaico, como la representación de las consonantes aspiradas kha, gha y tha se puede asociar con las arameas qoph, het y tet respectivamente.

El origen del jaroshti es menos problemático, pues su relación con el arameo es evidente; de hecho la gran mayoría de los caracteres jaroshti puede conectarse fácilmente con las letras arameas. Incluso las circunstancias históricas aclaran este punto, pues el lugar del nacimiento del jaroshti en las inmediaciones nordoccidentales de la India estuvo en el siglo VI a. C. bajo el control del Imperio Aqueménida, donde el arameo se usaba ampliamente.

A pesar de sus superficiales diferencias el brāhmī y el jaroshti comparten ciertas características básicas, como es la modificación de la consonante por la vocal, lo cual convierte a ambos sistemas en alfa-silábicos. Esta cualidad está presente en casi todos los sistemas posteriores índicos y extra-índicos derivados del brāhmī. La unidad básica es la sílaba o aksara que por definición siempre acaba en vocal; las que contienen una vocal sola se escriben con sus signos vocálicos tal cual, pero cuando la sílaba consiste de una consonante seguida de una vocal, como es lo más frecuente, la vocal se indica mediante un diacrítico añadido al signo básico de la consonante. En el caso de que el carácter consonántico vaya sin modificación diacrítica se sobreentiende que se trata de la consonante con la vocal inherente a [ə]. Una sílaba que consiste de un grupo de dos o más consonantes seguidas de una vocal (CCV, CCCV, etc.) requiere que las consonantes se unan en un carácter conjunto para indicar la cancelación de la vocal inherente a de la consonante que la precede.

Aunque comparten los mismos fundamentos hay diferencias significativas entre el brāhmī y el jaroshti. Mientras que el primero tiene signos separados para las vocales cortas y largas, el segundo indica sólo la cualidad vocal, indicando el mismo signo las cortas y las largas. Igualmente mientras que en brāhmī los signos vocálicos son distintos para cada tipo de vocal, en jaroshti todas las vocales se basan en el signo para a, al cual se añaden los diacríticos post-consonantales para indicar las demás vocales.

Gramática

Los pronombres personales son los siguientes:

 

Singular

Plural

1

aham

amhe

2

tumam

tumhe

El género se distingue en la tercera persona: masculino sa, neutro tam, femenino sa:; plural masculino y neutro te, femenino tao.