Si
exceptuamos la escritura del Valle
del Indo, que permanece sin descifrar, la historia de la escritura
en la India se remonta a dos sistemas:
brāhmī y
jaroshti. Los registros más
antiguos en estas escrituras están en las inscripciones talladas en roca
y en pilares mandadas hacer por el emperador Aśoka de la dinastía Maurya
hacia mediados del siglo III a.C. Hay algunas inscripciones menores en
brāhmī que pueden ser contemporáneas o incluso más antiguas que las de
Aśoka, pero no están fechadas. El jaroshti tal vez fue anterior al
brāhmī, habiéndose desarrollado en la India nordoccidental hacia el
siglo IV o el V a.C. La escritura brāhmī se escribe de izquierda a derecha, si bien se han
encontrado varios ejemplos de derecha a izquierda. En su forma más
antigua tiene una apariencia monumental angular, simétrica y horizontal.
Desde los primeros testimonios el brāhmī se usó en todas las partes de
la India salvo en las regiones nordoccidentales, donde prevaleció el
jaroshti. En el periodo más antiguo el brāhmī era más o menos uniforme
por toda Asia meridional, pero a lo largo del tiempo evolucionó en
variantes regionales que gradualmente se convirtieron en escrituras
separadas. Las variedades regionales más antiguas son las del sur de la
India, incluyendo el brāhmī usado en las inscripciones tamiles arcaicas,
en las que se aprecia un sistema diferente de notación vocálica,
influenciado probablemente por la estructura fonética de las
lenguas dravídicas. Hacia el siglo III d.C. hay varias
subvariantes regionales, evolución que continuó hasta el año 1000
aproximadamente, cuando varias escrituras se han establecido como
sistemas independientes con un antecesor común que ya no es
identificable a primera vista por un observador casual. La
característica peculiar de los sistemas índicos es la marca superior en
sus numerosas variedades que consiste en la continua línea superior del
devanāgarī,
el 'paraguas' semi-circular del oriya
y la raya del kannada. El brāhmī se difundió por otras partes de Asia en el primer
milenio d.C. y es el origen de todos los sistemas de escritura nativos
de Asia meridional y del Sudeste Asiático (birmano,
thai,
lao,
jmer, etc.), del
tibetano y de otros de Asia
central que ya no se usan. Eso hace del brāhmī uno de los sistemas de
escritura precursores más importantes del mundo, rivalizando con el
arameo o el
árabe en el número y variedad de
sus derivados. Una división a grandes rasgos se puede establecer entre
los estilos septentrionales y meridionales, que a su vez se pueden
dividir en subvariantes occidentales y orientales en el norte y
peninsulares y Deccan en el sur. El estilo septentrional dominante,
conocido como siddhamatrka, es
la fuente del actual devanāgarī,
así como del bengalí y
oriya en el este, y del
tibetano. En el sur los
derivados del brāhmī en Deccan son la base del
kannada y del
telugu, mientras que más al sur
surgieron el tamil y el
malayalam. Otras ramas de la
familia incluyen las escrituras de la región occidental del Himalaya, de
las que el gurmuji es el
principal exponente actual. La escritura
sarada de Cachemira también es de
este grupo, aunque actualmente está prácticamente muerta. La escritura
sinhala fue importada del norte
de la India pero influida en varias etapas de su desarrollo por
escrituras peninsulares índicas meridionales. Además de los grandes
sistemas de escritura se conocen innumerables variedades locales en
todos los periodos de la Historia, algunos de los cuales todavía se usan
en Asia meridional. La escritura
gujarati es un ejemplo de variedad local basada en la devanāgarī. Hay una considerable confusión e inconsistencia en cuanto
a los nombres de las escrituras de la India, principalmente porque las
tradiciones nativas no proveen gran información sobre la cuestión; ni
siquiera los términos brāhmī y jaroshti aparecen, salvo en raras referencias
budistas y jainistas. El jaroshti, en contraste con el brāhmī, fue un sistema regional y murió sin dejar
descendientes. En Asia meridional estuvo restringido a las regiones que
actualmente se corresponden con Pakistán nororiental y el este de
Afganistán, si bien se han encontrado ejemplos en áreas adyacentes de la
India. A diferencia del brāhmī se escribió siempre de derecha a
izquierda y en lugar de tener una apariencia monumental tenía una
cursiva. Se halla bien atestiguado desde le período de Aśoka hasta el
siglo III d.C. cuando comienza a ser desplazado por las variantes del
brāhmī, mientras tanto se esparció, junto con el brāhmī, por Asia
interior, donde su presencia es notoria en los siglos II y III en las
ciudades oasis alrededor de la cuenca del Tarim, actual Región Autónoma
Xinjiang-Uighur en China), y en Uzbekistán y regiones limítrofes de Asia
interior occidental. Algunos documentos del siglo VII, aunque pobremente
entendidos, de los oasis septentrionales de la Ruta de la Seda parecen
ser variantes locales del jaroshti, pero aparte de esto murió sin dejar
ningún descendiente. En contraste con el brāhmī no experimentó cambios
radicales en su forma durante los cincos siglos que estuvo en uso. Todos los documentos en
brāhmī y jaroshti están escritos en dialectos prácritos,
estando unidas estas escrituras a las lenguas de las que fueron
vehículos. El jaroshti está ligado específicamente al dialecto indo-ario
medio conocido generalmente como gāndhāri. Las formas más antiguas de
brāhmī y jaroshti aparecen en material epigráfico,
principalmente inscripciones sobre piedra, cobre y otros materiales.
Aunque fueron usados para otros propósitos, la dureza del clima no
permitió que muchos documentos sobrevivieran en Asia meridional, aunque
hay ejemplos no epigráficos sobre madera, hoja de palma y corteza de
abedul. Los documentos supervivientes son casi todos de naturaleza
religiosa, budistas en el caso del jaroshti y budistas, brahmánicos y
jainistas en el del brāhmī. Las escrituras índicas, especialmente las
formas más tardías del
brāhmī en el siglo IV d.C., desarrollaron diversas
variantes caligráficas notables, algunas de las cuales son tan
divergentes que son muy difíciles de leer. Notable entre las mismas es
el 'brāhmī ornamental' y la 'escritura concha' o śankhalipi. El origen del
brāhmī es controversial, dividiéndose las teorías en dos
campos principalmente: los que lo ven como un derivado de un prototipo
semítico, ya sea fenicio o
arameo, y los que lo contemplan
como una escritura de invención nativa, asociada con la del Valle del
Indo. La primera es la que se acepta en Occidente mientras que la
segunda se defiende en Asia meridional, si bien la primera tiene más
consistencia al estar sostenida por los datos disponibles. Las formas de
brāhmī arcaico comparadas con las letras fenicias y arameas sugieren una
conexión, pero sólo la mitad de los caracteres pueden ser asociados más
o menos con las letras semíticas. Ciertos atributos del brāhmī arcaico,
como la representación de las consonantes aspiradas kha, gha
y tha se puede asociar con las arameas qoph, het y
tet respectivamente. El origen del jaroshti es menos
problemático, pues su relación con el arameo es evidente; de hecho la
gran mayoría de los caracteres jaroshti puede conectarse fácilmente con
las letras arameas. Incluso las circunstancias históricas aclaran este
punto, pues el lugar del nacimiento del jaroshti en las inmediaciones
nordoccidentales de la India estuvo en el siglo VI a. C. bajo el control
del Imperio Aqueménida, donde el arameo se usaba ampliamente. A pesar de sus superficiales diferencias
el
brāhmī y el jaroshti comparten ciertas características
básicas, como es la modificación de la consonante por la vocal, lo cual
convierte a ambos sistemas en alfa-silábicos. Esta cualidad está
presente en casi todos los sistemas posteriores índicos y extra-índicos
derivados del brāhmī. La unidad básica es la sílaba o aksara que
por definición siempre acaba en vocal; las que contienen una vocal sola
se escriben con sus signos vocálicos tal cual, pero cuando la sílaba
consiste de una consonante seguida de una vocal, como es lo más
frecuente, la vocal se indica mediante un diacrítico añadido al signo
básico de la consonante. En el caso de que el carácter consonántico vaya
sin modificación diacrítica se sobreentiende que se trata de la
consonante con la vocal inherente a [ə]. Una sílaba que consiste
de un grupo de dos o más consonantes seguidas de una vocal (CCV, CCCV,
etc.) requiere que las consonantes se unan en un carácter conjunto para
indicar la cancelación de la vocal inherente a de la consonante
que la precede. Aunque comparten los mismos fundamentos
hay diferencias significativas entre el
brāhmī y el jaroshti. Mientras que el primero tiene
signos separados para las vocales cortas y largas, el segundo indica
sólo la cualidad vocal, indicando el mismo signo las cortas y las
largas. Igualmente mientras que en brāhmī los signos vocálicos son
distintos para cada tipo de vocal, en jaroshti todas las vocales se
basan en el signo para a, al cual se añaden los diacríticos
post-consonantales para indicar las demás vocales. |