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Hans Denck (1497-1527)

Hans Denck nació en Heybach, Baviera, y estudió en Ingolstadt, donde recibió una educación humanística por la que se graduó en latín, griego y hebreo, y que haría de él uno de los dirigentes anabautistas mejor preparados  de la época. La suya fue una vida corta pero intensa, no exenta de destierros y persecuciones a causa de sus convicciones religiosas. En 1525 lo hallamos como director de la escuela de San Sebaldo, en la ciudad de Nuremberg, donde había ejercido por dos años dicho cargo. En ese tiempo Denck formaba parte del círculo de humanistas de la ciudad, sin embargo sus críticas opiniones sobre la reforma luterana provocaron la alarma de sus colegas quienes primeros le destituyeron y luego le expulsaron de la ciudad. Las opiniones de Denck se aproximaban mucho a las de los anabautistas suizos que por ese tiempo habían roto las relaciones con Zwinglio.

En junio de 1525 llegó a St. Gall, pero su estadía en esta ciudad fue breve y tormentosa al ser tildado por Joachin von Watt y Johannes Kessler como hereje al darles la impresión de que Denck enseñaba el universalismo, esto es, la creencia de que todos los seres humanos finalmente serán salvos. Tras salir de St. Gall se asentó en Augsburgo para enseñar griego y latín. Allí conoció a Sebastian Franck y Casper Schwenckfeld, siendo precisamente en esta ciudad donde  recibió el bautismo de manos de Balthasar Hubmaier, ingresando de esta manera de forma inequívoca en el movimiento anabautista.

Tras viajar por varias ciudades, entre ellas Estrasburgo donde conoció a Ludwig Hetzer, y Landau; en febrero de 1527 lo encontramos en Worms, la ciudad en la que Lutero seis años antes había comparecido ante el Emperador. En esa ciudad ya había una congregación anabautista a la que Denck se unió y con la ayuda de Ludwig Hetzer, quien apareció por Worms en ese tiempo, trabajó en la traducción de los profetas del Antiguo Testamento. Hetzer era un erudito en la lengua hebrea y ya había traducido, junto con Denck, mientras estaban en Estrasburgo el libro del profeta Isaías. Ahora en Worms y en el lapso de dos meses habían realizado una excelente traducción al alemán de los libros proféticos. La popularidad que alcanzó la traducción fue tal que en el espacio de dos años se hicieron diez reimpresiones.

Tras dejar Worms marchó a Basilea donde moriría como consecuencia de una epidemia.