Primeros años Eusebio Jerónimo nació en Stridon, una ciudad en los confines de Dalmacia y Panonia, hacia el año 340 y murió en Belén el 30 de septiembre del año 420. Cuando tenía unos veinte años de edad fue bautizado en Roma, mostrando gran interés en asuntos eclesiásticos. De Roma fue a Trier, famosa por sus escuelas y allí comenzó sus estudios teológicos. Aprendiendo hebreo Más tarde marchó hacia Aquileya y hacia el 373 hizo un viaje al oriente. Primero se asentó en Antioquía donde escuchó la enseñanza de Apolinar de Laodicea, uno de los primeros exégetas de su tiempo, y después vivió en el desierto de Calcis durante cinco años, donde tuvo su célebre visión de ser azotado ante el tribunal de Cristo por ser más ciceroniano que cristiano. Además, su experiencia del desierto fue productiva porque allí se ejercitó en algo que le sería de gran utilidad en el futuro: el aprendizaje del idioma hebreo.
La Biblia hebrea Los cristianos del tiempo de Jerónimo, muchos de los cuales sabían griego pero no hebreo, estaban acostumbrados al uso de la LXX y de hecho la Vetus Latina había sido traducida a partir del griego. Pero Jerónimo estaba determinado a hacer su traducción a partir del hebreo, pues en sus discusiones con los rabinos siempre se topaba con la frase "pero eso no es lo que dice el hebreo". Hasta los años 391-2 él consideraba a la LXX como una traducción inspirada, pero como resultado de sus estudios con el hebreo y de su relación con los rabinos terminó desechando esa idea y reconociendo como inspirado el texto original solamente. Durante ese período comenzó su traducción del Antiguo Testamento. Sin embargo, en su reacción hacia la LXX fue demasiado lejos, pues no tuvo en cuenta que dicha versión fue hecha a partir de un texto hebreo más antiguo, y a veces más puro, que el texto hebreo en uso en el siglo IV. Escritor prolífico Salvo esta excepción, la obra de Jerónimo merece muchos elogios. Jerónimo escribió comentarios exegéticos a muchos libros de la Biblia en los cuales podemos apreciar su erudición y vastos conocimientos. Como exegeta era muy cuidadoso en sus fuentes de información y tenía un amplio conocimiento de historia sagrada y profana, además de ser un competente lingüista y un profundo conocedor de la geografía de Palestina. Los deuterocanónicos La posición de Jerónimo en lo que respecta a la inspiración de la Biblia, su autoridad y su inerrancia, fue la tradicional y no admitió los libros deuterocanónicos como inspirados:
Las controversias con judíos y paganos acerca de ciertas dificultades en la Biblia ya eran moneda corriente desde hacía tiempo. A ello Jerónimo responde en varias formas; en primer lugar apela al principio de que solamente el texto original de la Escritura es el único libre de error, por lo tanto hay que determinar primero si el texto a debate es fiel o ha sido modificado por algún copista. Más aún, cuando los escritores del Nuevo Testamento citan del Antiguo, no lo hacen de acuerdo a la letra, sino según el espíritu de la letra. Aunque Jerónimo en su defensa cae a veces en contradicciones, tenemos que apreciar sobre todo su sinceridad; por ejemplo, cuando no tiene suficientes argumentos para contestar, reconoce su ignorancia y admite que hay dificultades en la Biblia difíciles de solucionar. |