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Jonatán ben Uzziel (siglo I d.C.)

En arameo existen unas traducciones del Antiguo Testamento denominadas tárgum ('interpretación, traducción' de targem 'explicar, traducir' cf. Esdras 4:7) y preparadas para el uso en la sinagoga. Su origen procede de la costumbre de repetir y explicar el texto hebreo en la lengua aramea, que tras el exilio se convirtió en la lengua materna de los judíos. Al principio los tárgumes eran exposiciones orales libres, pero luego adquirieron formas fijas, siendo finalmente puestas por escrito. De manera que no estamos hablando de traducciones como tal sino de paráfrasis del texto. Es frecuente encontrar manuscritos en los que se sigue el texto hebreo verso a verso. Cuando la Ley era leída, la paráfrasis era dada verso a verso, pero cuando los profetas eran leídos se hacía cada tres versos.

La lengua de los tárgumes fue llamada caldea, porque Jerónimo llamó así a las porciones arameas de la Biblia hebrea escritas en un dialecto cercano al de los tárgumes. En realidad, los tárgumes han preservado la forma judía del arameo, que es muy cercana al dialecto de Siria que fue la forma de arameo hablada por los cristianos de Edesa. Otros dialectos arameos son los de las inscripciones palmireñas y samaritanas.

El tárgum de los profetas ha sido atribuido a Jonatán ben Uzziel, el más grande discípulo de Hillel, aunque otros lo adjudican a Joseph ben Hiyya de Babilonia (muerto en 333). No obstante, su forma final no la recibirá hasta el siglo V. Se trata de una paráfrasis en la que algunos ven diferentes manos y más parafrástica que el tárgum de la Ley (el de Onquelos). Isaías 53 es interpretado como pasaje mesiánico, en el que los sufrimientos del Mesías expían los pecados de Israel. Se muestra una gran animosidad contra Roma.