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Los manuscritos de Qumrán son una vasta colección de obras religiosas y teológicas, con unos cuantos documentos seculares, la mayoría escritos durante los tres siglos anteriores a la destrucción de Jerusalén, en los años 68-70 d. C. Fueron escondidos en las cuevas pensando en su seguridad. Los de la cueva I estaban envueltos en varias capas de tejidos, tal vez impregnados de aceite y almacenados dentro de jarras, selladas con unas tapas herméticas. Las lenguas en las que estaban escritos son hebreo, arameo, nabateo, griego y latín.
Manuscritos hebreos
Manuscritos nabateos
Manuscritos griego-latinos
Manuscritos arameos
De las once cuevas en que se han encontrado manuscritos la más rica fue la IV, en donde se encontraron miles de fragmentos pertenecientes
a más de trescientos manuscritos diferentes.
Los manuscritos incluyen fragmentos de todos los libros del canon hebreo, excepción hecha del libro de Ester. Hay dos rollos de Isaías, relativamente completos. Hay también fragmentos de obras familiares, deuterocanónicas, apócrifas y apocalípticas, en hebreo y arameo. Entre ellas se encuentran el libro de Tobías, la versión hebrea de los Jubileos y la versión aramea de Enoc, etc.
La siguiente cita de Flavio Josefo nos puede dar una idea de las creencias y el modo de vida de los esenios:
'Los esenios consideran que todo debe dejarse en las manos de Dios. Enseñan que las almas son inmortales y estiman que se debe luchar para obtener los frutos de la justicia. Envían ofrendas al templo, pero no hacen sacrificios, pues practican otros medios de purificación. Por este motivo se alejan del recinto sagrado, para hacer aparte sus sacrificios. Por otra parte, son hombres muy virtuosos y se entregan por completo a la agricultura. Hay que admirarlos, por encima de todos los que practican la virtud, por su apego a la justicia, que no la practicaron nunca los griegos ni los bárbaros, y que no es una novedad entre ellos, sino cosa antigua. Los bienes entre ellos son comunes, de tal manera que los ricos no disfrutan de sus propiedades más que los que no poseen nada. Hay más de cuatro mil hombres que viven así. No se casan ni tienen esclavos, pues creen que lo último es inicuo, y lo primero conduce a la discordia; viven en común y se ayudan mutuamente. Eligen a hombres justos encargados de percibir los réditos y los productos de la tierra, y seleccionan sacerdotes para la preparación de la comida y de la bebida.'
(Flavio Josefo, Ant. XVIII,i,S)
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