Debido a la situación geográfica de Nueva Zelanda el maorí ha evolucionado de forma autónoma con relación a las demás
lenguas polinesias, desde que tuvieron lugar los primeros asentamientos hacia el año 800 de nuestra era. Posee cinco vocales (que pueden ser largas y breves) y diez consonantes
(h, k, m, n, ng, p, r, t,
w, y wh), lo que la convierte en la lengua más rica fonológicamente hablando de las
polinesias orientales. Se suele emplear la reduplicación como procedimiento para señalar el énfasis. Desde el punto de vista gramatical hay que destacar el empleo de muchas partículas, que son palabras breves que funcionan como marcas gramaticales de varios tipos y se colocan delante o detrás de la palabra que modifican; son parecidas en su funcionamiento a las preposiciones, conjunciones o artículos del español. Los prefijos y sufijos no son muy abundantes y las relaciones sintácticas se suelen indicar gracias a la variedad de nombres y tiempos verbales. Es una lengua metafórica y con muchas expresiones de argot, que emplea con una cierta ambigüedad deliberada para limitar el énfasis y conseguir con mayor facilidad un acuerdo.
La típica distinción en otras lenguas malayo-polinesias orientales entre
posesión alienable y no alienable se expresa mediante las partículas o y a, tras
el objeto poseído. La indicación de la dirección y localización de una acción,
hacia o cerca de los hablantes juega un importante papel. El acento tónico va en la primera vocal larga o diptongo y si no existe ninguno de los dos entonces va
en la primera sílaba.
Uno de los préstamos que la lengua maorí ha hecho a
muchas otras lenguas es la palabra kiwi. El artículo
indeterminado es he, el determinado es
te y el usado con nombres propios ko/a. La numeración
del 1 al 10 es la siguiente: (ko)tahi, ryua, toru,
wha:, rima, ono, whitu, waru, iwa,
tekau; 11 tekau ma: tahi, 20 rua tekau, 100 kotahi rau. El orden de la
frase es verbo, sujeto y objeto. |