El nombre de esta lengua eslava deriva de ukraina,
es decir, 'zona fronteriza', el dominio de los cosacos lindando con los
principados eslavos del norte y del oeste y de las hordas turcas al sur.
La historia literaria de la lengua ucraniana,
ukraïns'ka mova, tiene su
origen en otros países eslavos, principalmente Bulgaria y Macedonia, y fue
el vehículo de difusión del cristianismo. Los antiguos textos ucranianos
sólo tienen atisbos de lenguaje coloquial, el resto es común a todos los
eslavos cristianizados de rito bizantino. Con la incorporación del país al
Gran Ducado de Lituania (y parcialmente a Polonia) en el siglo XIV, se
produce una evolución, sobre todo en las cancillerías, hacia una nueva
lengua literaria que unificara a bielorrusos y ucranianos.
Todos estos ingredientes: eslavo
eclesiástico, ucraniano, bielorruso y polaco,
participaron en diversas proporciones en la lengua literaria de los siglos
XVI al XVIII. Pero a finales del XVIII y principios del XIX se produce una
revolución: muchos de los componentes no nativos del lenguaje fueron eliminados
y la lengua fue reestructurada sobre la base dialectal ucraniana.
Una complicación añadida se produjo entre 1863-1905
cuando la mayoría de los ucranianos, que vivían bajo el Imperio Ruso, se
enfrentaron con la prohibición de usar el craniano en la vida pública y, especialmente,
en las escuelas (hasta 1917). Incluso el nombre ucraniano fue prohibido y reemplazado
por otro que no tuviera connotaciones políticas como el término 'pequeño
ruso'.
Tras la revolución de 1917 el desarrollo del
ucraniano tuvo sus altas y bajas, a veces de carácter drástico. Todas las
causas anteriores han dejado su huella sobre la posición de la lengua y su
uso.
La larga división del territorio ucraniano entre
varios Estados a lo largo de su historia, como Polonia, Rusia,
Checoslovaquia, Rumania, Austria-Hungría, también ha dejado su huella en
el desarrollo del lenguaje escrito y hablado. |