Mapa lingüístico de Centroamérica
Historia
Aunque las lenguas de Hispanoamérica tendrían un origen común, dado que los antepasados remotos de las poblaciones aborígenes emigraron, a través del estrecho de Bering, desde Asia a este continente -según postula la prehistoria de América- actualmente, y como resultado de cambios ocurridos en ellas durante miles de años, son, en la mayoría de los casos, mutuamente ininteligibles. Ello se evidencia, desde ya, en ítemes de su léxico fundamental, como por ejemplo, madre se dice
nan-tli (en náhuatl clásico), mama (en
quechua), sy (en guaraní) y
ñuke (en mapuche). Ciñéndonos a la región
de Mesoamérica, las lenguas
amerindias son las que se hablan en México, Belice, Guatemala, El Salvador,
Honduras, Nicaragua, Costa Rica, además de Panamá
y las islas del Caribe.
La situación lingüística de
Mesoamérica antes de la
llegada de los españoles era muy compleja dada su diversidad, pudiéndose
comparar a la actual situación de África u Oceanía. La mayor parte de las lenguas de
Mesoamérica fueron documentadas hasta cierto punto por los misioneros católicos durante el periodo colonial (1519-1814), algunos de los cuales eran
hombres preparados (para su tiempo) y con talento; sin embargo, no pudieron
proporcionar un completo registro fonológico específico. Unas pocas lenguas se
extinguieron en ese periodo colonial pero la mayoría
sobrevivieron, aunque de forma precaria. La investigación lingüística en
Mesoamérica arranca en 1930 y desde entonces la mayoría de las lenguas
supervivientes han sido objeto de estudio, siendo una de las entidades más
productivas al respecto el Summer Institute of Linguistics (SIL). Naturalmente ha habido cambios en la
distribución de las lenguas desde 1500 hasta hora, pudiendo clasificarse los
desplazamientos lingüísticos en tres categorías:
-
Territorio mermado debido a la
despoblación o al desplazamiento hacia una lengua europea.
-
Desplazamiento de territorio debido al
movimiento, normalmente forzado, de la población.
-
Extensión de territorio de una lengua a
expensas del territorio de otra.
El primero es el caso típico, pues entre 1520
y 1620 la población indígena cayó de 22 millones de personas a 1 millón, es
decir un 5 por ciento del porcentaje al comienzo de ese periodo. Tal bajón se
debió a enfermedades, guerras y servidumbre. Los puntos 1 y 2 se combinan en
el caso de los huasteko, que eran 1 millón en 1500 y tras las
revueltas de 1520,
1523 y 1525-36 fueron masacrados o vendidos como esclavos, siendo los
supervivientes asentados en nuevas comunidades (que estaban aún así dentro de
su ancestral territorio). Hacia 1680 quedaban 10.000 huastekos en 30 asentamientos,
subiendo esta cifra a 100.000 en 1980.
Los hablantes otomí vivían en el actual
Estado de Jalisco en el siglo XVI, aunque al no haber datos de esa época no
sabemos si el otomí era el mismo que nosotros conocemos. Lo cierto es que los
otomí se movieron hacia tierras marginales abandonadas tras la conquista por
otros indios e ignoradas por los españoles.
Los hablantes de nawa fueron usados como
ayudantes de las tropas españolas, siendo reasentados en los territorios que
los españoles conquistaban. La lengua nawa se expandió (en el siglo XVII)
hacia el territorio dejado por los huasteko tras el desastre sobrevenido con su
revuelta.
A grandes rasgos los movimientos de pueblos en Mesoamérica podríamos resumirlos así:
-
c. 500. Los chinantekos se desplazan
hacia el norte de Oaxaca, abandonando su lugar entre los matlatzinka y los
tlapanecos.
-
500-700. Los chipanecos-mange se mueven hacia el oeste
de Chiapas, abandonado su zona entre los otomí y los chocho.
-
c. 700. Los mange se mueven hacia Honduras y Nicaragua.
-
c. 800-900. Los nahua septentrionales colonizan la
costa central y meridional del Golfo de México.
-
c. 900. Los pipil dejan la costa meridional y
establecen colonias en Chiapas, Guatemala y El Salvador.
-
c. 1100. Los kabil se mueven al valle de Grijalva en
Chiapas, dejando su lugar al sur de los huasteco.
-
c. 1200. Los sutiaba se separan de los tlapaneco y se
desplazan hacia Nicaragua.
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Datos
En Hispanoamérica se han hablado cientos de lenguas y dialectos aborígenes, pertenecientes a numerosas familias (troncos). Muchas ya han desaparecido, por los avatares de las conquistas y colonizaciones; otras han sobrevivido y están, en la actualidad, plenamente vigentes como, por ejemplo, el náhuatl o azteca, el
quiché, el quechua, el
aimara, el guaraní y el mapuche.
No son en absoluto lenguas "primitivas" -como se ha afirmado sin conocerlas en profundidad-, pues poseen estructuras que permiten a sus usuarios comunicarse expeditamente, al igual que cualquier ser humano del llamado "mundo civilizado". Incluso, sus gramáticas son, en muchos casos, ¡más elaboradas que las de connotadas y difundidas lenguas
indoeuropeas! En ellas se expresan, desde luego, las culturas que los aborígenes han creado y desarrollado desde hace milenios, con sus respectivas
Weltanschauungen ('concepción del mundo') No pocas permanecen todavía desconocidas, total o parcialmente, sobre todo aquellas habladas por grupos tribales que habitan en las grandes selvas del continente.
Tocante al número de lenguas habladas en cada país, hay variación. Entre los países más multilingües figuran México (alrededor de 50 lenguas, pertenecientes a 10 troncos, como el
yuto-azteca, el maya, el
otomangue, el mixe-zoque, entre otros. En el pasado se hablaron unas 100), Guatemala (21 lenguas del tronco maya; además se habla
caribe y xinca), Colombia (aproximadamente 70 lenguas, de los troncos
arahuacano, chibchano, tucano, quechua, principalmente), Perú (66 lenguas, de los troncos quechuas, arahuacano, pano-tacana, y otros) y Bolivia (35 lenguas, de los troncos
jaqi, arahuacano, panotacana, tupí-guaraní...). En Chile, por el contrario, se han hablado comparativamente pocas: como máximo, 10 amerindias.
El cuadro inferior nos muestra las estadísticas en 1980 de las
lenguas de más de 100.000 hablantes.
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Dialectos
Las perspectivas para la mayor parte de las lenguas de
Mesoamérica no son buenas, en lo que a supervivencia se refiere, salvo
aquellas habladas por al menos 100.000 personas e incluso esas están amenazadas a menos que logren
expandir su uso en ámbitos como la literatura,
música, teatro, radio, televisión, videos y sobre todo educación.
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Escritura
En el tiempo de la conquista sólo el yukateko se escribía por
miembros de la clase sacerdotal y los escribas. El sistema de escritura era la
escritura maya de la que hay testimonios desde el siglo III d. C. Su primer uso
conocido fue para escribir cholan común (o tzeltalano mayor) y yukateko común.
El otro sistema de escritura el epi-olmeco que
estaba en uso hacia el siglo II
d. C. y duró hasta el siglo IX d. C. por lo menos. La escrituira maya y la epi-olemca
eran análogas a los antiguos sistemas de escritura egipcio y
luvita, en el
sentido de que había signos silábicos para representar fonemas, logogramas que
representaban raíces y lexemas y signos semánticos (determinativos) que
ayudaban a concretar ambigüedades fonéticas que no se escribían planamente. El
uso de la escritura maya entre los yukatekos fue suprimido durante el siglo XVI
por el obispo católico Diego de Landa. Tras la conquista, el alfabeto latino
fue adoptado para escribir varias lenguas de Mesoamérica, si bien estas
escrituras eran usadas por los misioneros y sólo en pocos casos hablantes nativos
aplicaron el alfabeto latino diseñado por los misioneros para la preparación de
documentos legales, obras etno-históricas y composiciones literarias.
En este sentido son notables el nawa, yukateko,
quiché y caqchiquel. Gran cantidad de material escrito se produjo en nawa durante el
periodo colonial, siendo la lengua amerindia más ampliamente usada durante dicho
periodo. Desde el siglo XX muchas lenguas de Mesoamérica han sido objeto de estudio por los misioneros protestantes que han
traducido partes de la Biblia, inventado ortografías y preparado materiales
para los que deseen leer sus lenguas nativas. Sin embargo, estos esfuerzos no han
logrado crear un grupo de editores nativos significativos en ninguna lengua.
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Gramática
En líneas generales todas las lenguas de
Mesoamérica de una familia particular son tipológicamente similares
entre sí tanto en fonología como en gramática. Entre los 21 grupos lingüísticos
en esa región hay varios tipos de sistemas de sonido
y gramaticales, si bien no se puede dejar nada por sentado pues muchos estudios
están en sus comienzos. No obstante, algunas características generales
se pueden subrayar sobre la base de las
lenguas mejor documentadas: tequistlateco, otomí,
mazateco, mixteco,
zapoteco,
chinanteco, azteca, zoque,
totonaco, quiché y
purépecha. Fonológicamente
hay una gran diversidad entre las lenguas de esta región. Las
aspirantes sonoras se han perdido en todas estas lenguas; hay un sonido aspirante sordo lateral,
lh, (en tequistlateco y totonaco), una lateral africada, tl (en azteca y
totonaco), una postvelar oclusiva, q, en contraste con la velar
oclusiva k (en quiché y totonaco), vocales
glotalizadas (en zapoteco, zoque, azteca y totonaco), consonantes
glotalizadas (en tequistlateco, quiché, otomí y mazateco), oclusivas
aspiradas (en purépecha, otomí y mazateco), oclusivas sonoras (en tequistlateco, otomí, mazateco y chinanteco),
oclusivas prenasalizadas
(en otomí, mazateco y mixteco), vocales nasalizadas (en otomí,
mazateco, mixteco y chinanteco), una oclusiva labiovelar, kw, a veces
en contraste con la oclusiva bilabial p (en otomí, mazateco, mixteco,
azteca). Hay tono y acento (tono en otomí, mazateco, mixteco,
chinanteco y zapoteco, acento en purépecha y tequistlateco) y grupos de
consonantes iniciales y finales en tequistlateco. Gramaticalmente se pueden dividir las lenguas meso-americanas en tres
tipos:
-
Tipo A, como la lengua otomangue, que se caracteriza por ser
sintéticas en grado bajo, pues hay pocos morfemas por
palabra. Emplean prefijos y preposiciones y raramente usan
composiciones para formar palabras. Los modificadores siguen al
elemento que modifican.
-
Tipo B, que hacen algún uso de prefijos (sujetos,
objetos y
poseedores) y mucho uso de sufijos, siendo sintética en grado
intermedio. Los modificadores preceden a los elementos que modifican.
En esta clase estarían las lenguas maya y uto-azteca y
parcialmente la mixe-zoque y totonacana.
-
Tipo C, que son altamente sintéticas con gran uso de sufijos y
posposiciones y un amplio intercambio entre consonantes y vocales
para la declinación y derivación. Estarían representadas por la
purépecha y parcialmente por la mixe-zoque y totonacana.
Se pueden hacer varias generalizaciones para
todas, o casi todas, las lenguas meso-americanmas:
-
La relación del genitivo entre nombres se
expresa, salvo en purépecha, por un pronombre posesivo con el nombre
poseído.
-
Las nociones locativas, como 'arriba',
'debajo', 'dentro', 'sobre', 'encima', no se expresan por
preposiciones y adverbios sino a través de nombres de
localización que significan 'altura', 'superficie', 'lado', etc.,
combinándolos siempre con un pronombre posesivo.
-
En cuanto al sistema verbal el aspecto (clase
de acción) está bien desarrollada y el tiempo generalmente
débilmente indicado.
-
Los sufijos que indican caso están
generalmente ausentes salvo en tres lenguas, purépecha que tiene caso
genitivo, caso objetivo y varios casos locativos, azteca y zoque que
sólo tienen casos locativos.
-
La cláusula relativa que modifica un nombre
lo sigue en todas las lenguas.
-
Algunas lenguas otomangue y mayas distinguen
un pronombre inclusivo 'nosotros' (yo y tú) de uno exclusivo
'nosotros' (yo y él/ellos).
-
El género es raro en las lenguas meso-anmericanas
y su uso se limita a algunas lenguas otomangue.
-
Algunas lenguas (maya, mixe-zoque) distinguen
entre el sujeto de un verbo transitivo y el de uno intransitivo
mediante el pronombre afijado.
-
La mayoría de las lenguas meso-americanas
tiene una media de más de un morfema por palabra y la
purépecha y la
totonaca más de dos.
-
Los sistemas numerales son
vigesimales-decimales, es decir, se cuanta de 1 a 10, luego de 11 a
20, luego de 21 a 40, después de 41 a 60, etc., habiendo términos
especiales para 400, 8.000, 160.000, y todas los exponenciales de
20. En algunas lenguas mayas hay un sistema quintal, es decir, los
números del 6 al 9 se componen de 5+1, 5+2, etc.
-
En todas las lenguas el número precede al
nombre que cuantifica.
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Lenguas de Mesoamérica y Caribe (Mapas)
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