Lenguas de Sudamérica
La diversidad lingüística es lo que caracteriza a las lenguas
amerindias de Sudamérica, gramaticalmente hablando. Las características
compartidas reflejan en general la tipología y no la gramática. El mayor
número de lenguas son lenguas sufijadoras, como las quechuamarán y la
huitoto o usan muchos prefijos y sufijos como las arahuacanas y
panoanas.
También hay numerosas lenguas que tienen pocos prefijos y sufijos, como
las ge, caribe o tupianas y a su vez hay unas pocas que tienen muchos
prefijos y más sufijos (hevero o chébero), habiendo otras, raras, que
casi no tienen afijación, como la ona y tewelche.
La complejidad de las palabras varía grandemente, pues
mientras que
en guaraní se componen de tres elementos de media, en
piro (arahuacana)
son de seis. En lenguas como las caribe o tupianas, las raíces de las
palabras son nominales o verbales y pueden convertirse en otra clase de
palabras por afijos derivacionales. En la quechua o en la
mapuche muchas
raíces de palabras son nominales y verbales. Otras lenguas como la
yuracare forman sus palabras por reduplicación, un proceso que no ocurre
sistemáticamente en las lenguas tupianas. La composición, esto es, la
formación de dos o más palabras para formar otras nuevas está muy extendido,
aunque en ocasiones, como en la chon, puede estar casi ausente. Las
raíces verbales en las que el objeto nominal está incorporado son
también frecuentes. Muchas lenguas son del tipo aglutinante (quechua,
panoano, mapuche), es decir, combinan varios elementos de significado
distintivo en una sola palabra sin cambiar el elemento. Otras (caribe,
tupianas) muestran una moderada cantidad de cambio y fusión de los elementos cuando se combinan en palabras.
El género marcado gramaticalmente en los nombres
ocurre en guaicuruano y la diferenciación masculino-femenino en los
verbos ocurre en arahuacano, huitotoano y tucanoano, si bien las lenguas
sin distinción de género son más comunes. El singular y plural de la tercera persona no se distingue obligatoriamente en tupiano y caribe, pero lenguas como
yámana y mapuche
tienen singular, dual y plural. Una distinción muy común es entre
la primera persona inclusiva (tú y yo, oyente incluido) y la primera
exclusiva (él y yo, oyente excluido). Las formas pronominales se
diferencian según las categorías que indican, ya sea que la persona
esté presente o ausente, sentada o levantada y lo mismo ocurre en
guaicuruano y movima. Los casos en nombre se expresan generalmente por
sufijos o posposiciones, siendo el uso de preposiciones raro. La posesión
se indica predominantemente por prefijos o sufijos y los sistemas en los
que las formas posesivas son las mismas en el sujeto de los verbos
intransitivos y en el objeto de los transitivos son muy corrientes. Los
afijos clasificatorios que categorizan los nombres según la figura del
objeto se dan en chibchano, tucanoano y waicano. Muy frecuentemente las formas verbales expresan el sujeto, objeto y la
negación, todo en la misma palabra. Las categorías de tiempo y aspecto
parecen estar representadas generalmente en las lenguas sudamericanas, si
bien las categorías expresadas varían mucho de una lengua a otra. Por
ejemplo, la aguaruna (jivaroana) tiene una forma futura y tres pasadas
diferenciadas por distinción relativa, mientras que en guaraní la
diferencia es básicamente entre futuro y no futuro. Otras lengua como la
hevero expresan categorías modales. Son muy comunes los afijos que
indican movimiento, principalmente hacia y fuera del hablante, y
localización (como en las quechuamarán, záparo e
itonama) y en algunos
troncos como arahuacano y panoano hay muchos sufijos en el verbo con
significado adverbial concreto. Los afijos clasificatorios que indican la
manera en la que se realiza la acción ocurren en hevero y ticuna. Las
acciones hechas individual o colectivamente se diferencian
paragdimáticamente en caribe, mientras que en yámana y jívaro las
raíces verbales se usan de acuerdo a si el sujeto o el objeto es singular
o plural. Hay varias lenguas (guaicuruano, mataco y
cocama) en las que
algunas palabras tienen formas diferentes según el sexo del hablante. Las frases en las que el predicado es un nombre declinado como un verbo
con el significado de 'ser' o 'tener' el objeto designado mediante el
nombre ocurren en bororo y huitoto, como 'yo-cuchillo', es decir, 'yo
tengo un cuchillo'. Las frases en las que el sujeto es el objeto de la
acción son frecuentes pero las frases verdaderamente pasivas en las que
se expresan el recipiente de la acción y el agente de la misma son raras,
aunque ocurren en huitoto. Las frases subordinadas se introducen raramente
por conjunciones, expresándose normalmente por elementos pospuestos o
formas especiales de los verbos, tales como gerundios, participios o
conjugaciones subordinadas. Al igual que ocurre con la gramática, no hay características
fonológicas comunes a todas las lenguas sudamericanas. El número de
sonidos puede variar desde 42 en jaqaru (quechuamarán) hasta 17 en campa (arahuacano).
La jaqaru tiene 36 consonantes mientras que la makushí (caribe) tiene
sólo 11. Algunas lenguas quechuas tienen sólo 3 vocales mientras que la
apinayé (macro-ge) tiene 10 vocales orales y 7 nasales. Un dialecto del
tucano (tucanoano) muestra tres puntos de articulación mientras que la
chipaya (macro-mayense) tiene nueve. Las oclusivas sordas (p, t,
k) ocurren por doquier pero las sonoras (b, d, g)
pueden estar ausentes y las fricativas (f, v, s, z)
pueden ser pocas en número. Las oclusivas glotalizadas sordas son
corrientes (quechuamarán, chibchano) pero no las oclusivas glotalizadas
sonoras. Menos frecuentes son las aspiradas (quechuamarán) y palatalizadas
(puinave); los sonidos nasales glotalizados (movima) y las laterales
sordas (vilela) son raras. Hay una distinción entre sonidos velares y
postvelares en quechuamarán y chon, entre velar y labiovelar en tacana y
siona; las consonantes retroflexas palatales suceden en pano-tacanano y
chipaya. Los sistemas que poseen vocales nasales son corrientes (macro-ge, sabelano),
pero en varias lenguas (tupiano, waicano) la nasalización es una
característica de las palabras completas no de vocales o consonantes. Hay
una aparente ausencia de vocales anteriores redondeadas (ü, ö)
pero las vocales no redondeadas posteriores son corrientes. Los sistemas
que tienen vocales largas son el chipaya y algunas lenguas caribe,
ocurriendo las vocales glotalizadas en ticuna y chon. Son muy comunes los
sistemas con énfasis tonal en silabas enfatizadas, como en panoano,
huitotoano y chibchano. Sistemas con tres tonos (acaricuara), cuatro (mundurucú)
y cinco (ticuna) son más bien raros.
Las lenguas indias de Sudamérica varían mucho en cuanto al número de
préstamos recibidos del español y del portugués. Los préstamos masivos
han sucedido en regiones donde las lenguas han tenido un contacto intenso
y continuo con el español o el portugués, especialmente donde los grupos
son económicamente dependientes y hay un alto número e personas
bilingües, como en quechua, o donde no hay diferencias culturales
correspondientes a diferencias lingüísticas, como en el guaraní
paraguayo. Los préstamos no se han limitado a objetos de origen europeo
sino a todas las esferas del vocabulario, habiendo desplazado a los
nombres nativos en muchos casos. Tampoco se han limitado a cuestiones
léxicas sino que incluyen elementos funcionales como preposiciones,
conjunciones y sufijos derivativos. Los sistemas de sonidos se han visto
también afectados pero en algunas situaciones en las que los nativos han
mostrado una actitud antagonista hacia los europeos el purismo ha retenido
las palabras originales y los préstamos han sido pocos, como es el caso
del mapuche. Cuando el contacto ha sido frecuente pero superficial los
préstamos han sido escasos si bien el significado de las palabras nativas
se ha modificado o nuevos términos descriptivos se han acuñado para
designar nuevos tratos culturales, como ocurre en tewelche. Muchas lenguas indias en los Andes y en las montañas orientales tienen
préstamos del quechua, ya sea directamente o a través del español. La
lengua isla caribe (arahuacana) tiene préstamos del caribe que han
formado una parte especial del vocabulario, usado sólo por los hombres.
Esas palabras adoptadas lo fueron tras ser derrotados los hablantes de
isla caribe por los caribes. Entre el quechua y el aimara hay abundantes
préstamos pero es difícil determinar la dirección de los mismos. Por otro lado, algunas lenguas indias han sido origen de préstamos a las
lenguas europeas. Por ejemplo, la taino (arahuacana) prestó al español
las palabras 'canoa', 'cacique', 'maíz' y 'tabaco', entre muchas otras.
Ninguna otra lengua de las nativas sudamericanas ha contribuido de forma
tan extendida y con palabras tan corrientes, aunque la quechua ha dado
vocablos especializados como 'cóndor', 'pampa' y 'vicuña'. El número de
préstamos arahuacanos más numerosos se ha dado en las Antillas, una
región donde el holandés, francés,
inglés, portugués y español han
estado presentes por largo tiempo. Las lenguas caribe, el otro grupo
importante de la región, no parecen haber fraguado muchas palabras,
aunque 'caníbal' es una forma semántica y fonéticamente
modificada del autónimo de los caribes. La influencia de algunas lenguas
indias en variedades regionales del español y del portugués ha sido
considerable. Por ejemplo, el tupí es responsable de muchas palabras
indias en portugués brasileño, el guaraní en el español de Paraguay y
nordeste de Argentina y el quechua en el español que se habla desde
Colombia a Chile y Argentina. Igualmente el quechua es origen de muchos
topónimos en Sudamérica.
Los nombres propios, con los que diferentes
creencias están relacionados, muestran una diversidad de fenómenos,
entre ellos el de nombrar al padre como al hijo (teknonimia) en algunos
grupos arahuacanos. O el repetido cambio de nombre según la etapa de
desarrollo, como pasa en guayakí, o la palabra tabú que prohíbe incluso
la pronunciación del nombre propio o de la persona fallecida o ambos,
como pasa en los grupos más meridionales (alacaluf,
yámana, chon) y en
la región del Chaco (toba, terena) y el uso de nombres totémicos para
los grupos como en las tribus panoanas.
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