La familia de lenguas algonquina es la más ampliamente extendida de todas las
lenguas indias de Norteamérica y también una de las mejor estudiadas, pudiéndose haber
reconstruido bastante el proto-algonquino. Su territorio es una franja desde la Bahía de
Hudson en el norte hasta el Golfo de México y desde la zona Salishan-Wakashan
en el oeste a la costa Atlántica. El término algonquino hace
referencia a un dialecto de la lengua ojibwa.
Las lenguas algonquinas han siso clasificadas por algunos
lingüistas como parte de una familia más amplia denominada macro-algonquina.
Una importante sub-división de la familia algonquina es la rama
muskogean, cuyos principal representante es la choctaw, hablada por unas 12.000 personas en
Misisipi. Otra lengua muskogeana es la creek, también denominada seminole o
muskogee, hablada por más de 10.000 personas en Georgia.
El gran sub-grupo que claramente se desgajó del
proto-algonquino es el oriental, mientras que el
resto de lenguas algonquinas son brotes independientes del proto-algonquino. La evidencia indica que la primera ruptura la provocaron los antecesores de las lenguas
blackfoot, cheyenne, arapaho
(arapaho, atsina, besawunena y nawathinehena), cree (con sus numerosas
variedades de cree y montañés), menomini,
ojibwa-potawatomi, fox (con fox,
sauk, kickapoo y la extinguida mascouten), shawnee, miami-illinois y
algonquino oriental. Las lenguas de los grandes lagos muestran su gran
nivel de similitud mediante sus extensos préstamos léxicos, fonológicos y
gramaticales, además de sus relaciones genéticas. La
creciente proximidad y cruces de las tribus algonquinas de esa zona con los colonos europeos y la posterior
emigración de los indios hacia las costas occidentales complicaron más la situación. De las lenguas algonquinas del sudeste sólo hay
información de dos: powhatan y pamlico, con la presencia de shawnee en el sudeste tras la época colombina.
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